En la actualidad el arbitraje internacional se presenta como el principal método de resolución de controversias al que acuden las empresas – ya sean “multinacionales” o de ámbito local-, no solo con el fin de dirimir disputas comerciales de carácter internacional, sino también, aquellas otras que tienen por objeto la protección de inversiones en terceros Estados, al amparo de los Tratados de Protección Recíproca de Inversiones (APRI-BIT).

La flexibilidad del procedimiento, la neutralidad de los operadores y la incidencia en los costes, son algunos de los factores que han posicionado al arbitraje y al resto de sistemas alternativos de resolución conflictos (ADR), como una verdadera alternativa a la jurisdicción estatal.

El desarrollo que ha experimentado la práctica arbitral, ha venido acompañado de una mayor complejidad y sofisticación del procedimiento, lo que a su vez ha exigido una progresiva especialización de los operadores que participan en dicha práctica.